El grupo de investigadoras del INBIOTEC, formado por las Dras Fabiana Consolo, Fernanda Covacevich, Graciela Salerno y las becarias doctorales Araceli Bader y Gabriela Fernández-Gnecco, aislaron cepas del hongo Trichoderma , evaluaron su potencial en la promoción del crecimiento en plantas de tomate y determinaron su capacidad de biocontrol de la enfermedad del marchitamiento por la infección de otro hongo, Fusarium. Los hongos del género Trichoderma que emplearon para fertilizar y controlar la infección fueron obtenidos de suelos hortícolas cultivados y prístinos de la región del sudeste bonaerense de la provincia de Buenos Aires.
La iniciativa surgió como una alternativa al uso de productos sintéticos nocivos que son ampliamente aplicados actualmente como fertilizantes y plaguicidas en los cultivos agronómicos. Los plaguicidas son insumos utilizados en la agricultura para el control de plagas, pero que a su vez incrementan el costo de producción y causan graves problemas de salud en los seres humanos. Además es cada vez más frecuente la aparición de plagas resistentes que complican aún más el panorama para el productor. Es por ello que muchos estudios científicos se focalizan en la búsqueda de la reducción o eliminación de productos sintéticos considerando estrategias más prometedoras.
Existen actualmente algunas alternativas para aumentar la producción agrícola utilizando las capacidades beneficiosas de los microorganismos. “Diferentes cepas del género Trichoderma son ampliamente estudiadas a nivel mundial, sin embargo su eficiencia depende de la interacción con la microflora particular de cada ecosistema. Por ello es importante encontrar cepas nativas adaptadas a las condiciones agroecológicas de cada ambiente”, explica la Lic. Bader.
En la búsqueda de hongos benéficos las investigadoras aislaron cepas diferentes del hongo Trichoderma y evaluaron su capacidad para promover el crecimiento y la defensa de las plantas ante la presencia de agentes patógenos.
Las plantas que fueron tratadas con algunas de las cepas de Trichoderma mostraron una reducción en la infección por Fusarium. Otro dato importante, fue que el tamaño de las plantas fue mayor cuando se emplearon las mismas cepas de Trichoderma.
Estos resultados demuestran que los suelos de la zona Pampeana Argentina albergan cepas de Trichoderma con efectos doblemente benéficos que podrían ser utilizados para el desarrollo de bioproductos comerciales, que contribuyan a disminuir el uso de productos químicos y favorezcan el desarrollo de productos vegetales orgánicos con un mayor valor agregado.